Ubuntu 17.10, análisis y opinión: GNOME no es suficiente

Ubuntu 17.10 ya está disponible, y viene con novedades de calado. Sin duda, las dos más importantes son la incorporación de GNOME como entorno de escritorio por defecto y la de hacer Wayland el gestor gráfico y de ventanas en lugar de XORG. Tras años de inmovilismo más o menos disimulado, Canonical apuesta por cambios de cara a un 2018 que se antoja clave.




¿Cómo de importantes son dichos cambios? ¿Merece la pena actualizar a Ubuntu 17.10? Si eres de los que dejaron en su día Ubuntu por otras distribuciones de Linux, quizás te estás preguntando si es hora de volver. Es una cuestión que tras las muy buenas críticas iniciales a esta versión llega a la comunidad Linux.

Para resolver dudas, hemos elaborado un análisis de Ubuntu 17.10. Nos centramos en varios apartados como el encaje de las novedades en esta edición o el rendimiento y fluidez.



Si te gusta Gnome, no te entusiasmes con la 17.10

Cuando Canonical anunció el salto a Gnome en su distro principal de Ubuntu, muy poca gente lo lamentó. Poco a poco el público de esta distribución se había ido repartiendo por sus sabores oficiales y también por otras alternativas como Linux Mint. Unity, el anterior entorno de escritorio, se había ido haciendo lento y disfuncional, algo que justificó el cambio.

Gnome es sin embargo uno de los escritorios que más fans tiene, si no el que más. A diferencia de otros ha ido evolucionando para adaptarse a los nuevos tiempos, haciéndose más personalizable y mucho más fluido. El cambio ilusionó a la comunidad pero ¿está justificado el optimismo?

Unity no existe, pero su sombra es alargada

En nuestra opinión, Ubuntu 17.10 con Gnome toma la peor decisión posible de las varias que había sobre la mesa: diluir Gnome, sus características y su aspecto en Unity. Es decir, si eres fan de Gnome, no reconocerás tu escritorio debido a que Canonical ha decidido modificarlo para que el cambio no sea tan radical como cabría esperar.

Si lo que buscas es disfrutar de la experiencia completa de Gnome, vete a Budgie, Solus o cualquier otra distro. Incluso puedes probar a instalar el escritorio Gnome original en Ubuntu, aunque sin duda no es la opción ideal.

¿Qué significa que Canonical ha mezclado Gnome y Unity? Por ejemplo, en lugar del dock en la zona inferior al que estamos acostumbrados, esta versión de Ubuntu copia la barra lateral de Unity, añadiendo un botón para abrir el menú de Gnome. Eso sí, se puede modificar desde ajustes para colocarla en la zona inferior o superior, como prefieras.

Aunque hay algunas opciones que hacen que la experiencia de usuario sea más intuitiva, pero el salto no es radical. A lo largo de este análisis de Ubuntu 17.10, todo indica que se ha tratado de diluir en la medida de lo posible cualquier novedad para no "espantar" a los usuarios que vienen de versiones anteriores del sistema.


Ubuntu necesita un revulsivo estético inmediato

No se quedan ahí los retoques hechos a este popular entorno de escritorio: la paleta de colores de Ubuntu se mantiene exactamente igual, y eso es una muy mala noticia. El naranja del tema Ambiance es anticuado y pide a gritos una renovación. Es imposible quitarse de encima la sensación de estar manejando un sistema operativo de hace cinco años manejando Ubuntu 17.10 durante la review, incluso con Gnome. Es una herencia que en nuestra opinión no merece la pena conservar.

Además en esta ocasión tampoco se ha incorporado una opción de personalización como la que incluye Mint, mucho más agradable a la hora de modificar los iconos o el aspecto de la interfaz. En este sentido Canonical hace su sistema mucho más cerrado en una época en la que la posibilidad de personalizar el aspecto de tu PC es fundamental para atraer y mantener a más usuarios.


A nivel de software es una declaración de intenciones prometedora

El rendimiento de un PC siempre depende de la potencia y los recursos del mismo, sin embargo, que una distribución dé o no errores con su software tiene poco que ver con la máquina en la que se ejecuta, a no ser que se deba a problemas de compatibilidad y drivers. En este caso no hemos encontrado problemas de este tipo, pues todos los periféricos funcionan a la perfección y a la primera.

Por desgracia, no podemos decir que la estabilidad de Ubuntu 17.10 esté hecha a prueba de errores, aunque hay que tener en cuenta que no es una versión LTS y que los errores son hasta cierto punto soportables. De cara a 2018 veremos una versión pulida y mucho más trabajada que la que está disponible ahora mismo.

El Centro de Software, un apartado mejorable

Un buen ejemplo de lo que funciona mal en la 17.10 son los paquetes Snap. En teoría, son toda una revolución que permite instalar rápidamente aplicaciones desde su Centro de Software, pero sólo en teoría. Estamos en condiciones de afirmar que no funcionan en una amplia variedad de casos.

Aplicaciones como VLC, GIMP o Chromium, veteranas en Linux, están en este formato, pero no siempre que tratas de instalarlas obtendrás los resultados esperados. A veces sí, se instalan un funcionan a la perfección, pero otras veces arrojan errores incomprensibles a estas alturas y abortan unilateralmente la instalación.

No es la primera versión en la que el Centro de Software de Ubuntu que da más errores y problemas de lo que cabría esperar. De hecho son muchas las quejas en este aspecto. Por eso existen alternativas como Appgrid para instalar software en Linux sin necesidad de recurrir al centro de software oficial.

Canonical haría bien en mejorar su Centro y convertirlo en algo funcional al 100%, con descripciones claras y una estética mucho mejor. A veces simplemente las imágenes no se cargan, las descripciones no se visualizan o se mezclan paquetes Snap con otros, haciendo difícil diferenciar cuál es uno y cuál es otro.


¿Se puede hablar de Bloatware?

Si no conoces la expresión, Bloatware es el anglicismo que se utiliza para referirse a las aplicaciones preinstaladas en móviles y ordenadores y que nadie a pedido. Son las principales responsables de que un dispositivo funcione lento recién estrenado.

La pregunta que titula este apartado es bastante evidente: en pleno 2017 y con vistas a la LTS de Ubuntu de 2018, cabe demandar a Canonical que aligere el sistema tal y como se instala. LibreOffice, Rhythmbox, Firefox y Gparted son buenas apps, útiles pero ¿quién las ha pedido? ¿Por qué no dar la opción al usuario de instalarlas posteriormente?

Hasta ahora, Linux se ha librado de las acusaciones de Bloatware cada vez más comunes en Android, pero quizás es hora de exigir algo más.


Rendimiento y fluidez progresan adecuadamente

Como ya hemos mencionado, una de las acusaciones constantes a Unity era su excesiva lentitud en los ordenadores más modestos. Poco a poco este escritorio había ido expulsando a muchos usuarios hacia XFCE o Mate, ambos disponibles en los sabores de Ubuntu.

Hay que decir que en el análisis de Ubuntu 17.10 hemos mejorado una mejora en la fluidez bastante notable, aunque con algunos inconvenientes que hay que mencionar. Cierto es que nada más iniciado el sistema, la fluidez es bastante mejor que en la 17.04, por citar el ejemplo más inmediato.

No obstante, a medida que se abren aplicaciones, ésta disminuye rápidamente, demasiado rápidamente. Es lógico que abrir pestañas de Chrome ralentice el funcionamiento, pero ¿tanto? Para que nos entendamos, hablamos de varios segundos para lanzar una aplicación, y eso que hemos hecho la prueba en un ordenador con 8 GB de RAM.

Esto convierte la 17.10 en una distro buena para cualquier usuario, pero no para ordenadores lentos ni para trabajar, a no ser que tengas un PC potente. Budgie es una alternativa mejor si quieres Gnome en un ordenador con menos recursos, por no hablar de Xubuntu o Lubuntu.

Sí, la fluidez de Ubuntu 17.10 mejora, pero sigue siendo insuficiente, aunque progresa adecuadamente. Habrá que esperar a la 18.04 para ver si finalmente dan con la tecla para hacer que el consumo de recursos baje notablemente y Ubuntu vuelva a ser lo que un día fue.


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